miércoles, 19 de marzo de 2014

Imagínensela.


Tras más de un mes sin publicar nada por estos lares retomo un poco el blog y os dejo esta pequeña predicción social, producto de un exacerbado análisis marxiano, que está incluída en mi recién publicado (aunque marroneramente) librico de relatos titulado Ojalá encuentres aquí un tucán que presenté en un recital poético en la Casa Zorrilla de Valladolid el pasado viernes siete de marzo. Dicha obra está prologada por mi buen amigo Enrique Zamorano, mentiroso por antonomasia debido a su condición de poeta, y que se dedica a halagarme en tal prólogo como quien piensa a día de hoy que la Literatura aún sirve de algo en el mundo. En fin, os dejo su blog aquí por si queréis injuriarle y/o recomendarle que se aleje de tipos desencantados como yo, condenados a la larga al absoluto Silencio que anunciaba Arnold Hauser en su Sociología del Arte.

Ahora es cuando os vendo la moto os anuncio pomposamente que mi librico, además, queda a vuestra disposición, si así lo solicitáis por correo (diletantetunante@gmail.com), por teléfono, guasa, telelegram etc. Yo, como buen rojo que no cree en el dinero, ni en la mano invisible ni en nada de nada (Vamos, que soy un gentil, un pagano subversivo etc.), no pido más que el importe de la impresión (3€ por unas enjundiosas noventaitantas páginas encuadernadas, ¡A quién no le va a gustáh...!) más la voluntad, cantidad abstracta, voluble y metafísica donde las haya, que diligentemente dejo en manos de vuestro generoso criterio.
  
Ojo al dato: tiramos tanto la casa por la ventana que estoy dispuesto, incluso, a hacer envíos por correo si existese en cualesquiera lugar de éstas nuestras Españas, individuo o ente capaz de albergar en sí semejante interés por mis vomitonas literarias porque, quién sabe, hay de todo en la viña del Señor y yo no soy quién para discutir sus inescrutables caminos; no voy a ser más papista que el Papa.

Y retículos endoplsmáticos.

¡Salud!
...

 
 IMAGÍNENSELA.

¡Imagínensela! Ahí, trepando por mis brazos, envuelta en extraños satenes clorhídricos; diminuta y hermosa como una pléyade o como una gota de sudor en la piel arrugada. Deslizándose, deslizándose como una muñeca de porcelana japonesa. Imagínensela, voluptuosa mujer reducida mediante alguna tzantza de alto standing, cansada de la abstinencia forzosa de una vitrina multimillonaria en una urbanización de lujo al sur de Málaga.
¡Oh, mujer diminuta que se acaricia y se frota con mis dedos grandes como troncos! Deliciosa criatura almizclada de proporciones liliputienses. Oh, dime, niña natural, ¡dime a mí que te sostengo en el regazo! Cuéntame cuán ardiente es tu tesoro; dime si llevas en ti una pequeña ascua de cigarro. Háblame de las uvas jugosas y del Vino. Háblame de resina seca y de sustancias tan oleaginosas como ella. Háblame, en fin, de tu levedad. No llegas a envolver mis dedos con tu mano pero los bombeas intuyendo en ello una Acción Directa exquisita, ¿y cómo podrías dejar de hacerlo, al estar aguijoneada por dentro con las setecientas mil setecientas setenta y siete cuchillas plateadas del salmón rojo?
¡Dime, niña! Mírame fijamente con tu ámbar báltico, mírame digo, y dime. Dime qué ves ante un gigante.
Imagínensela. En su caja diminuta, quietecita, a la espera del Hombre Grande que llegará dentro de dos horas. Debes estar reluciente como el resto de la vajilla, libre de películas de polvo de mosca y cacerías nocturnas. Debes estar muerta. Muerta y pálida, como el anhelo de todas las mañanas; igual de violada que el posible y fresco cadáver a descubrir en una cuneta a cinco kilómetros del colegio, con señales inequívocas de manchas de azúcar derretido en la blusa provenientes del caramelo brindado desde la furgoneta. ¡Y el aullido aterrado del curioso dominical contemplando carroña etc.!
La neoburguesía ha creado un microproletariado para su satisfacción sexual. Saca tus uñas carmesíes y desgarra esto cuando ya no te sirva.
Imagínense a la mujer diminuta.                                                 ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario