Cuando
Ana Rosa Quintana ofrece la hez de su pecho
los sifilíticos
labios de aquella España ronean
y rugen
las calles, rugen calladas de gualda y oro
[las
banderas que no existen.
Y mientras
desfilan los toros por la Castellana, los moraos de la Historia
[no se
oyen
aunque existan,
aunque aúllen, aunque pequen, aunque mueran.
¡Pierde
los ojos España, pierde el cabello!
España
es una puta, proclama loor y gloria al IV Reich europeo.
Se
celebran banquetes caníbales y Tejero Junior se deslumbra
ante la
explosión de tarta de paella de la que emerge Letizia Savater
que le
canta a España en sus oxidados torreznos.
¡In
nomine Dei nostri Satanás Luciferi excelsi!
El
nuevo Borbón pasea por las calles con su futura cadera podrida
y saluda
y saluda confiado, tranquilo, apacible, neocampechano
con su
séquito de Virtudes y Milagros, y también la Reina…
[que
nunca se despeina y hay que ver lo que manda esa buena mujer en la corte.
¡Pues
que no olvide el advenedizo los caballos, y las flores, y el puerto de
Cartagena!
Felipe
el Santo, Felipe el Preparado, Felipe el último Borbón
se ríe
a carcajada viva de los presos políticos
y nos
habla de viviendas sociales, ¡y de la Casa de la Moneda!
Casa de
Moloch, casa de lumies, casa de Francisco Primero,
casa de
Blesa y de Rato y de Urdanga y de Bárcenas.
¡Qué
vuelvan, qué vuelvan el garrote vil y la guillotina,
Qué se
inunden las calles de grisú y guadañas,
Qué le
diga el jornalero al amo que nunca más habrá aforados!
¡Viva
España Federal y Socialista!
¡Viva
Carlos Javier II!
¡Viva
la Causa!
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